Han
transcurrido treinta y seis años desde que La Zaranda emprendiera
su andadura teatral, realizando una intensa labor creativa que le ha
valido un gran prestigio internacional. Su trayectoria tiene como
constantes teatrales: el compromiso existencial y la fidelidad a sus
raíces tradicionales; como recursos dramáticos: el uso simbólico
de los objetos, la expresividad visual, la depuración de textos y la
plasmación de personajes límites; y como método de trabajo, un
riguroso proceso de creación en comunidad.
La Zaranda, como cernidor que
preserva lo esencial y desecha lo inservible, desarrolla una poética
teatral que lejos de fórmulas estereotipadas o efímeras, se ha
consolidado en un lenguaje propio, que siempre intenta evocar a la
memoria e invitar a la reflexión.
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