EL RÉGIMEN DEL PIENSO



Estrenado el 3 de Noviembre de 2012
Teatre de Salt
Festival Temporada Alta Girona /Salt


Por segunda vez consecutiva, la Zaranda estrenó su creación en el Festival Temporada Alta. En 2010 presentó Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros, una plasmación de la muerte y de las miserias humanas tan llena de humor como de punzante profundidad. En definitiva, un sainete espectral.
En el mismo festival estrenó en 2012 El Régimen del Pienso. El mismo título ya viene cargado de múltiples resonancias. Sin dejar de lado los elementos tragicómicos que caracterizan a la compañía, éste es un trabajo duro, negro y descarnado que aborda sin concesiones la visión del mundo como simulacro. Una obra dramatúrgicamente compleja que representa un gran paso adelante en la trayectoria poética y conceptual de la Zaranda.






Y los demonios, salidos del hombre,
entraron en los cerdos;
y la piara se precipitó por un despeñadero al lago,
y se ahogó.
Lucas (8,33)

Hombre yacerá con Cerdo en desorden.
Pestilente tufo recorrerá el reino.
Nostradamus, Centuria XXI (cuarteta IV)


La burocracia es un mal,
y es un mal por esencia metafísico.
Gabriel Marcel, Los hombres contra lo humano.





fotos Víctor Iglesias


Nuestro carácter se conserva tan intacto como nuestra ruina”

Mariano José de Larra, Vuelva usted mañana (1833)






Todo apunta al factor nutricional como causa de la epidemia. Unos sostienen que se debe al engorde rápido, al exceso de pienso, otros apuntan a su mal reparto. Las teorías veterinarias enfrentan pero no frenan el índice de mortandad en las pocilgas… Se inicia una simulación medioambiental para clarificar las causas.

La industria porcina comienza a verse afectada, su personal eliminado según los índices de rendimiento. La lucha por el puesto, con el único horizonte de un horario rutinario y vacío, sin más esperanza que la de una muerte indolora, hace que las vidas del cerdo y el hombre se crucen, se confundan.

Documentos veterinarios de control de calidad o historiales médicos, expedientes por triplicado que certifican la defunción o constatan las bajas. Papeles en el sueño eterno de los ficheros. La vida resumida en los pocos datos y fechas de una necropsia.

Archivos, necropsias, el simulacro de existencia que representamos, en la que los artistas son forenses o los forenses simulan ser artistas, meros burócratas tramitando la nada oficial, científica o financiera, poca cosa, el valor que fija la venta.








Los cerdos se agolpan en los compartimentos de las pocilgas metálicas, envueltos y conectados con cables de irrigación e inseminación.

Los oficinistas están sumergidos en torrentes de archivos, subsisten día a día asfixiados entre marañas de cables, de flexos, teléfonos... cordones umbilicales de la burocracia. Gris de gabardina, gris de moqueta que perdió el color, gris de destinos.

En una habitación de hospital, el empleado cesado debate su menguada vida entre madejas de cables de bolsas de suero y goteros.

Destinos grises que pudieran ser los de cualquiera que fuera desterrado progresivamente del contacto con su propia interioridad. Al fin y al cabo, un ser vale lo que es capaz de rendir. El desarrollo de la técnica ha ido aislando a los individuos por categorías de rendimiento. Hasta quedar reducidos a su mera función.

De la servidumbre al envilecimiento, por los mecanismos que aseguran un sostén material apenas sostenible, incapaces de concebir la vida. La propia muerte sustraída de su misterio se convierte en mera defunción estadística.

Un laberinto en el que los unos desconfian de los otros, todos son sospechosos y nadie quiere ser señalado. Pero se necesita un chivo expiatorio, al que no le faltará un compañero solidario que pretenda elevar su honda y triste desgracia a burdo poema épico, pretendiendo hacer una afiligranada epopeya de su destino dolorosamente real.










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